Terminé de leer el libro «Mi Nietzsche» del sociólogo y doctor en filosofía chileno Rafael Echeverría, impulsor del “coaching ontológico”. En el círculo de intelectuales venezolanos esta obra resonó con intensidad.
Con mucha expectativa me imbuí en la lectura, tiene aspectos remarcables como el intento del autor de llevar la filosofía de nuevo a la plaza, al lugar al que perteneció la reflexión para la vida. Antes la filosofía estaba inmersa en la acción del hombre común, para enfrentar sus problemas cotidianos, sus miedos y sus retos.
El libro “Mi Nietzsche”, es un intento por sistematizar de forma pedagógica el pensamiento y obra de Friedrich Nietzsche. El filósofo contemporáneo más importante para comprender el problema de la pérdida de sentido en la existencia -nihilismo-.
La obra del filósofo chileno constituye un intento del autor de hacer digerible el pensamiento nietzscheano.
Cuando digo que la intención es poder hacer masticable a Nietzsche, me refiero a la sistematización ideas dispersas en diferentes obras; procurar destilar un concepto proveniente de un aforismo, aún cuando ese aforismo tenga una melodía que responde al estado de ánimo del filósofo. Aspira Echeverría a que podamos organizar metáforas altisonantes, bajo una melodía que sea apreciada por las corporaciones. Estos son los aspectos más destacados del trabajo de Echeverría.
El “Eterno Retorno de lo mismo” es un de postulado difícil de asimilar del pensamiento de Nietzsche, porque conlleva asumir cierto carácter místico.
El Eterno Retorno es una idea que al provenir de la filosofía debiera ser un a retahíla de argumentos deducibles, a partir de premisas y conclusiones calculadas, pero se trata de todo lo contrario.
Pasemos al tratamiento que Echeverría le da al principio del “Eterno Retorno”.
El autor sostiene que la física y la astronomía han demostrado el fenómeno del “Big Bang”, como explicación del origen del universo. Por lo tanto, a la tierra le quedan aproximadamente unos cinco (5) millones de años. Pasa a concluir:
«Desde un punto de vista estrictamente científico, por lo tanto, es difícil postular la eternidad. Ello pareciera indicar que los supuestos de los que arranca Nietzsche no se sostienen.”
El autor finaliza su disertación afirmando que la reflexión filosófica debe estar acotada por el desarrollo científico, para pensar en el interior de él -el ámbito de las ciencias- y remata concluyendo:
«De aceptar esta premisa, no estaríamos habilitados para una reflexión filosófica que contradice las mejores conclusiones que hoy nos entregan las ciencias.”
Esto no es más que un artilugio pirotécnico lanzado en un cielo sin nubes. Más allá, de la hermosura del espectáculo de las palabras cimentadas en la lógica, luego solo huele a pólvora quemada.
La propuesta del escritor chileno, es otro intento de la razón para encausar a la sociedad en la búsqueda del progreso económico, mediante el emprendimiento y la transformación del mundo.
El autor de “Mi Nietzsche”, despacha la posibilidad de conectar con la dimensión espiritual del ser humano y trata de mirarlo solo como un ente eficiente. Visto, exclusivamente como un operador en el mundo del cálculo material – administrar medios, para alcanzar fines-.
Echeverría se ha comportado como el adolescente irreverente que desoye al padre con su interpretación de Nietzsche, al circunscribir a la filosofía -con ella, al pensamiento nietzscheano- al ámbito de la comprobación científica -2 más 2 es siempre 4-, no hace más que contrariar a Nietzsche en su postulado espiritual fundamental -eterno retorno- y coloca una barrera para acceder a la única salida al nihilismo que tenemos que enfrentar en la posmodernidad.
El Eterno Retorno es la puerta que conduce a la posibilidad de una existencia espiritual en la Cultura Occidental. El Eterno Retorno, constituye el pilar fundamental para la construcción de la ética en el mundo interior de la persona. Sin el cultivo de este principio ético, no somos más que unos razonadores cínicos, perseguidores furtivos de la utilidad tras cada decisión y con una exclusiva satisfacción fugaz en los placeres materiales, sin este principio, los hombres y mujeres posmodernos quedamos huérfanos y abandonados en las calles de la existencia.
Ahora paso a consignar mi desacuerdo con el gurú del «Coaching Ontológico», y no es otro que la interpretación que hace el autor chileno del principio espiritual más trascendental en la obra de Nietzsche, el Eterno Retorno, el cual recibió un subtítulo que expresa por sí mismo toda la opinión del autor al respecto: «El Eterno Retorno y sus Problemas”.
Seguidamente, pasa Echeverría a liquidar en once (11) páginas la herramienta fundamental que tenemos los hombres y mujeres postnihilistas para superar las contradicciones que arroja la modernidad, como lo es el culto a la razón como estamento absoluto de acción para la vida.
Me permitiré tratar de expresar lo inconmensurable del Eterno Retorno.
Resulta imprescindible un extracto de Nietzsche en su obra «La Gaya Ciencia», que recoge el principio del Eterno Retorno:
«EL MAYOR PESO: ¿Si algún día, o una noche, un demonio se introdujese en tu soledad más solitaria y te dijese: «esta vida que vives y has vivido habrás de volver a vivirla, infinitas veces; y no habrá nada nuevo en ella, sólo el mismo dolor, y la misma alegría, los mismos pensamientos y los mismos suspiros, las mismas minucias y los mismos grandes momentos de la vida que vives, volverán, volverán de nuevo, en la misma cadencia y sucesión, incluida la araña en el árbol y la luz de la luna entre las ramas, incluso este momento incluido yo mismo. El eterno reloj de arena de la existencia será invertido una y otra vez, y tú con él, ¡ínfima mota de polvo!» ¿No te postrarías de hinojos y rechinarías tus dientes y maldecirías al demonio que te ha hablado de esta forma? ¿O acaso conoces ya una experiencia tan terrible que le responderías: «Eres un Dios y no he oído nunca nada más divino?». Si este pensamiento se apodera de ti, cambiaría a quien ahora eres o acaso te aplastaría. La pregunta inmanente a todas las cosas: «¿deseas esto una vez más infinita veces más?» sería el mayor peso que pendiera sobre tus actos. O qué satisfecho habrías de estar contigo mismo y con tu vida si no anhelases nada con mayor fervor que esta confirmación última y sellada.»
El planteamiento existencial del Eterno Retorno supone aceptar que nuestros actos quedan inscritos de manera imborrable en nuestras vidas y que se repetirán una y otra vez, infinitas veces. Cada alegría y sufrimiento volverán reiteradamente a nosotros. Esta explicación del tiempo ha sido recogida por innumerables películas, la más famosa «Back to the Future», en la que un joven viaja en el tiempo y se encuentra con sus padres antes de nacer.
En mi libro «Portarretrato de una Voluntad Irresistible» sostuve cuando comentaba el principio del Eterno Retorno, lo siguiente:
«Lo más importante es la fórmula del eterno retorno, su profundidad, su misterio, el carácter trascendental de la concepción ¿Deseamos realmente esto para que se repita por toda la eternidad, para que quede incorporado a nuestro ser para siempre?
El simple echo de aceptar la reiteración infinita del acontecimiento hace que nos invada una mayor trascendencia sobre el mismo, sentimos que lo esculpimos en una piedra para siempre, por ende la acción también formará parte eterna de nosotros.»
Los hombres y mujeres tenemos una vida material o mundo exterior y una vida espiritual o mundo interior, en este último están contenidas las facultades humanas como la imaginación, la esperanza y la creencia, de allí que poseemos un carácter metafísico irrenunciable en nuestra constitución como seres humanos.
El desarrollo de nuestra capacidad de análisis lógica y racional, nos embarcó en la empresa de barrer el mundo interior. Con la conocida frase griega: «piensa bien y vivirás bien”.
Todos estos intentos del pensamiento lógico y científico serán fallidos, porque el mundo espiritual es inherente a lo que somos como personas, siempre estará allí vociferando para que lo rescatemos de la cárcel a la que está condenado. Por una carcelera llamada conciencia.
El Eterno Retorno es la concepción de nuestro aspecto espiritual más sublime y sentido, es la posibilidad de expresión de nuestro sentir más profundo y tierno, a través de la elevación de la decisión mediante su consideración como algo trascendente. Ya que logra transformar un instante que superficialmente percibimos como fugaz en algo eterno, profundo y misterioso.
El Eterno Retorno rompe con la visión lineal del tiempo en Occidente, para tomar el pasado como algo que queda atrás, sin importancia, ya que la decisión se toma como un hecho material «lo que hicimos», sin involucrar los aspectos espirituales que llevaron a una determinada persona a adoptar una decisión, es como si la decisión fuese una gasolinera que dejamos atrás en una camino polvoriento, por el que jamás transitáremos de nuevo en nuestra vida.
Occidente ha tomado “la decisión” como algo que se diluye en el tiempo y en la distancia para que no se involucre con el agente que decide «la persona».
Por el contrario, el Eterno Retorno recoge una visión circular del tiempo, la cual es indemostrable en el mundo físico, material y científico, de ahí su misterio y profundidad.
Ya que no es posible que sea definido de manera abstracta, tal como lo sostuvo Soren Kierkegaard, en «La Repetición»:
«Sin la repetición en este sentido riguroso y personificador, que por eso no es definible en abstracto, sino de «una forma absolutamente concreta» no puede haber «interioridad, certeza y seriedad» en la vida, pues estas tres categoría existenciales son la expresión misma de la repetición.»
Y en otra parte, el filósofo afirma:
«En el orden de las cosas profundas de que estamos hablando solamente es posible la repetición espiritual, si bien ésta nunca podrá llegar a ser tan perfecta en el tiempo como lo será en la eternidad que es cabalmente la auténtica repetición.»
El Eterno Retorno rompe con el principio de causalidad (causa y efecto), condición primordial para superar el mundo material de la ciencia y penetrar en el mundo espiritual, por el que nos llenamos del coraje para dar un paso al frente en el abismo de la razón. Cuando se nos pretende imponer el rigor de la causa y el efecto, que cercena la libertad y la posibilidad de la expansión del espíritu, se hace trizas la visión lineal del tiempo, para pasar a aceptar la visión circular.
El Eterno Retorno es la herramienta por excelencia para superar el nihilismo -crisis existencial por la falta de sentido en la vida-, es decir, por carecer los seres humanos del cultivo de un mundo espiritual -mundo interior-. La humanidad se enfrenta a abrir la posibilidad de una vida espiritual en un momento en que la sociedad occidental no cree en esa vida que contiene una faceta espiritual, lo que es más dramático, por ende ha dejado de sentir la vida como un propósito digno.
Enrique Guillén
@piedraconaletas