Los venezolanos llevamos hincados en nuestros corazones las imágenes desgarradoras de las últimas horas de vida de jóvenes que adversaron al gobierno de Nicolás Maduro. Neomar Lander… Fabián Urbina… Luis Vallenilla… entre otros muchos que salen a protestar cargados de indignación ante la forma de gobierno autoritaria y déspota que hoy rige a nuestro país.
Mientras que, los funcionarios en el poder se desgañitan en declaraciones, cadenas nacionales y ruedas de prensa para justificar las muertes de nuestros compatriotas en resistencia, como la ejecución de actos temerarios -intento de accionar dispositivos explosivos-; el asedio a sedes militares o el ataque vandálico a edificios públicos. Desde el gobierno presentan a estos jóvenes en resistencia como unos descerebrados que se han dejado manipular por el ala más radical de la derecha, que los lleva a sacrificar su vida por una lucha descabellada y sin propósito.
Paradójicamente el chavismo en el poder no se percata del fenómeno sociológico que representa los jóvenes en la calle, la evidencia de un descontento generacional que se ha apoderado de nuestra población. Nuestros niños se formaron a la sazón de un lamento generalizado por un paraíso perdido, sus padres no cesaron de contarles historias deslumbrantes de otros tiempos de éxito y placeres que hoy parecen de un país distante y exuberante que nos robaron de forma despiadada. Frases como estas acompañan las narraciones y conversaciones de sus progenitores: “éramos felices y no lo sabíamos”; “vivíamos en otra Venezuela”; “cuando aquí había de todo”; “el país que nos robaron”; “somos un país arruinado”.
La dirigencia en el poder no se da cuenta que de la misma manera, como el fenómeno sociológico de Hugo Chávez se apoderó en su momento del sentimiento de un país para triunfar en la elección del año 1999, de forma abrumadora y casi mágica, hoy la desaprobación del modelo socialista y de los rostros que heredaron el chavismo es más que evidente e igual de mágica.
Lamentablemente, este no darse cuenta de los funcionarios en el poder trae una consecuencia nefasta para esta coyuntura política que atravesamos, como lo es la imposibilidad de un diálogo sincero con la oposición, ni la posibilidad de renuncia del presidente de la república por atroz y abominable que se torne la situación.
Tampoco podemos esperar una rectificación del estamento militar, están buchones y apoltronados, acostumbrados a las dádivas y los regalos de un sistema socialista que les teme y les permite enriquecerse, los quiere callados y por eso patrocina cuanto capricho se les ocurre, ese ha sido el trato del poder ejecutivo hacia el cuerpo castrense de Venezuela. Hoy a nuestros militares les da pavor perder sus prerrogativas y ventajas conquistadas en nuestra sociedad bajo el pretexto de la unión cívico militar en el marco del Socialismo Bolivariano, por lo que tampoco es esperanzador el escenario de presión al gobierno desde los uniformados verdeoliva.
Decía Guzmán Blanco que: “Venezuela es como un cuero seco se pisa por un lado y se levanta por el otro”, esta frase siempre ha sido asimilada al carácter rebelde y contestatario del venezolano. En mi criterio, más allá de una condición para desafiar la autoridad o comportarnos de forma rebelde, atañe a nuestra pobreza espiritual como conglomerado, el venezolano como bloque unificado jamás ha creído en nada de manera profunda, sincera y trascendental, ni Bolívar, el Salto Ángel o la belleza de las misses nos unifica como pueblo, de allí la soledad de la resistencia de nuestros jóvenes.
Cualquier victoria del Socialismo Bolivariano será pírrica -un pañito caliente- , el futuro les pertenece a los jóvenes en resistencia, como le perteneció al chavismo durante casi una generación a partir de 1999, hoy los funcionarios en el poder ya son un triste pasado, un pasado de corrupción, abuso de poder y negligencia para la gerencia pública que trajo la ruina para un país y ahora se gana la deshonra histórica de salir del poder bajo el signo de la muerte y la represión despiadada. El final de esta historia está cantado, la nobleza del corazón siempre triunfa porque se alimenta de sí misma y se perpetúa en el tiempo. Así lo sentenció Neomar Lander en su frase “la lucha de pocos por el futuro de muchos”. Nuestra juventud y sus ideales están cargados de nobleza. Este es el manifiesto de la resistencia. Y, por eso triunfará.
@piedraconaletas
¿RESISTIR O MORIR?: ¡LA LUCHA DE UNOS POCOS POR EL FUTURO DE MUCHOS!